5 de enero de 2016

Ciento uno

He decidido escribir que llegué a cien entradas de este blog.
Es una noticia agridulce. Esperaba, más o nada. Esperaba.
A tiempo, a destiempo. Sin tiempo pasado, presente o futuro.
No hay caso. No soy quien creí ser. 
Me veo en un espejo y sigo nadando con la misma energía. 
Pero me veo pasajero.
Carreta, carretera, carrera, carretel. 
Sí, es el mismo carretel, el que todavía no ha acabado y espero que no lo haga nunca.
No es algo que controlar, no es posible. La lana sale sucia.
Nunca podré frenar mis letras ni forzar a que salgan.

Mierda y oro posan bien.
La indiferencia me es indiferente.
Lo que soy lo formo.
Nadie me dice que estoy. Pero la verdad es que no estoy.
Nunca estuve.

Esto no es un empate.
Es una derrota porque mi nariz está en la tierra.
Y es una victoria porque sé quien soy.
No, no es un empate.

Digo en voz alta: "Ya no espero".
Me digo para adentro: "Gracias por pasar, pasajero".
Y pienso, decido, que aquí terminan las grabaciones.




4 de enero de 2016

Amanecer

En la niebla veo tu figura desnuda, contrastando con toda la incertidumbre que te rodea. Estás sonriente, y tus cabellos húmedos se abrazan a tus altivas mejillas. Tus ojos muestran el cansancio y la sabiduría de una vida y están allí, felices, tranquilos, contemplando aquello que tienes de frente, aquello que los años de espera trajeron a tu vida. 
La niebla se dispersa y veo más que tu silueta, tu sonrisa y tu mirada de paz; sé que mi muerte no te ha desamparado y que el largo viaje realizado, valió la pena de toda una vida maltrecha.
Empiezo a escuchar un latido, el sonido es cada vez más fuerte, ahora se mezcla el sueño y la mañana.