28 de diciembre de 2014

No, marciano

Trágate tus palabras, marciano
tu no tienes arte ni parte en este juego.
A bailar no te ha enseñado
el que tira de las cuerdas.

Brillan tus ojitos veleidosos.
Brillan tan ilusos, tan ilusos.
Viendo esta orgía psicótica,
queriendo entender,
queriendo entender.

¡Pero no! No, marciano.
Cuanto antes lo tengas claro
mejor será tu viaje.
Para ti no está hecha
ésta vida en la tierra.





21 de diciembre de 2014

Capricornio: Todo quería

Ella era de las que no se detenían ante nada. Todo lo quería y tarde o temprano, con su astucia, su cuerpo o su suerte, su deseo se convertía en realidad. Si, ella era una mujer fatal, no cabe la menor duda.

Un día, habiendo seducido con sus sortilegios a un empresario rico y poderoso, se vio a si misma viviendo en una mansión llena de muebles antiguos, alfombras persas y columnas de mármol. Con su vestido de princesa a medio poner, se vio en un espejo de princesa y creyéndose una princesa se sonrió feliz. Pero poco duró su mueca, porque era vacía, y pronto se llenó de tristeza y melancolía, se transformó en un balbuceo y luego en un aterrorizante grito de desesperación, reprimido, porque no emitió sonido.

Ese día se dio cuenta que quería amar y no podía. Ese día envejeció tanto, que murió arrugada y empequeñecida frente al espejo de princesa.

En la tarde, su esposo entró a la habitación pero ella estaba tan pequeñita que no la vio y siguió de largo. Esa noche, solo en la cama, el desconfiado empresario no podía dormir: “¿me habrá engañado?” pensaba.



15 de diciembre de 2014

Piel herida

Letra turbia, turbia y roja
Sangre roja, piel herida
Marca clara que alucina
y se abre sobre sí.

El oráculo que se espera
de la virgen que efervece
duele como al que mira
eternamente sin parpadear.

Ella mira a esos Dioses
vengativos, vengadores
que de lenta vejez matan
a todo el que se interponga.

Y se lee en sus gestos
en su mutismo tan cerrado
el temor, el terrible temor
por la muerte tan cercana.

Y se escucha la caída
que retumba en la sala
y los hombres se preparan
¡A las armas, a las armas!





6 de diciembre de 2014

Cariocas

Cariocas en la tele
cariocas en el mar
cariocas donde mires
te quieren manosear.

Mujeres no mujeres
se visten y se van
que quieren ser cariocas
que quieren no pensar.

Orgías en las ropas
orgías en el bar
no queda nadie suelto
que quiera escapar.

Hormigas que vomitan
el pan que verde está
podrido por los hongos
por las calles libres van.

Te queda un refugio
que aún no se vendió
que no se prendió fuego
por la nada de incendiar.

En el pozo negro
de tu sucio corazón
hay una escalera
que baja hasta vos.

Cuando bajes a esconderte
te podrías preguntar
¿Qué carajo quiero?
¿Esto es la libertad?






22 de noviembre de 2014

Sagitario: Estoy bien

Nunca me vanaglorié de mi capacidad de ver el futuro. De hecho, pocas personas saben de mis presagios y de la paradoja: no puedo adivinar mi propio porvenir. Cuando ocurre vienen a mí imágenes, sensaciones, sonidos que aglutinados golpean mi corazón y mi estómago, dejándome por un segundo fuera del tiempo y del espacio. No es un don, es una maldición, una carga que siento más pesada cada vez que veo ocurrir lo que presagié. Es inevitable, lamentablemente nunca fallo.

Hace poco volví al barrio, visité a mis padres, les conté lo bien que van a estar cuando se muden y se enojaron. Una cantaleta sobre que me-fijara-en-mí-propia-vida-y-deje-de-mirar-y-condicionar-las-vidas-ajenas recibí a cambio de mi visión. Creí que ya habían decidido mudarse, pero no era así. Con un gusto amargo en la garganta y tristeza en el corazón me fui yendo, despacio, hacia la parada del bus. Allí me encontré con ella.

La conozco desde pequeño. Siempre fue igual en la escuela, en el liceo y en el barrio. Una niña de porcelana, educada, ajena al fango que la rodeó toda su vida, de mirada firme y paso acelerado, jamás la había visto sola. Era la líder del grupo y las otras niñas siempre la seguían agachando la cabeza. Todos sabíamos que era adoptada pero lejos de jugarle en contra, la hacía más especial. La niña de porcelana era ahora una mujer alta y seria. Con sus labios apretados en una fina línea parecía no haber cambiado nada, excepto su tamaño.

Cruzamos miradas.

-¿Cómo estás? –pregunté.

-Bien –me dijo delineando una sonrisa apenas perceptible y sentí una bocina aguda en mi cabeza. Vi todo.

Sentí en mis tripas su futuro enamoramiento, su mudanza, su embarazo, vi a su primer hijo, luego la adicción al alcohol y las pastillas que mantendría a escondidas, luego un intento de suicidio, discusiones con el esposo, negativas a ir un psicólogo, “estoy bien, estoy bien” decía a los gritos, y de fondo siempre el mismo problema. Siempre dijo y dirá “estoy bien”, pero por dentro el monstruo que guarda encontrará siempre una nueva manera de destruirla. Las discusiones terminarían en un divorcio, un viaje de regreso al barrio y una vejez llena de terquedad y falso optimismo. Las personas nunca cambian, en el fondo nunca cambian.

Esta visión, la más funesta de todas, vino a mí arremolinadamente en un sólo segundo de vértigo, nausea, éxtasis, dolor, euforia, tristeza e ilusión. Todo mezclado en ese segundo, como siempre, pero esta vez fue también un flechazo directo a mi parte más blanda. Me pegó en los ideales. Comprendí que me casaría con ella, inevitablemente.

¡Sí, yo! Yo, que nunca me casaría y nunca tendría hijos, yo, que mantendría mi palabra toda la vida. No pude evitar verme en ese presagio fatal casado con ella, tuve que ver mi derrota y sentir en el pecho como ambos nos destruíamos mutuamente, año a año, en un declive lento y solitario.

-¿Y vos? ¿Estás bien? –me preguntó.

- No, no estoy bien- dije y me fui de allí corriendo.

No paré de correr por mucho tiempo. Al fin me detuve, poniendo mis manos en las rodillas, sudando y sin aire. Mis rodillas temblaban, me sentía frente a un abismo muy profundo. No fue mi intención quedarme allí, así que salté.




15 de noviembre de 2014

El mago y su pañuelo

Jirones, hice jirones
y de los trapos uno quedó.
Pero no importa, siempre hay
y habrá, tela que robar.

Vean mis manos señores
aqui no hay nada, nada hay.
Mangas remangadas, el show se armó
y blanco el pañuelo voló.

Miren ahi vá, es libre señores
se volvió paloma y huyó.
Pero soy un mago de aplausos baratos
y el mejor truco se me escapó.





4 de noviembre de 2014

El barco fantasma

Le pega en el pecho la ola furiosa
al barco fantasma que vá...

Remonta montañas de agua marina
sin miedo al tifón o la soledad...

Oleadas abajo lo lleva la furia
una astilla perdida es lo que es...

Ni soles ni estrellas que guíen su ruta,
en la tormenta, el barco vá...

Su océano eterno, no espera ni un puerto
o al fin del mundo caer...

Solo cruzar la tormenta perpetua
oírlo todo, ver y ser...





1 de noviembre de 2014

Salitre en el aire

Lleno este vaso con fuego
Lo bebo para ver mejor
borrosas siluetas perdidas
que nada son.

Forzados nos vemos, sabemos
tirantes cadenas rechinan detrás
nos atan a un sol naciente
a la fé del amanecer

Yo te ofrezco este vaso vacio
repleto de aire de mar
para que leas con el mi mente
y veas mi fé nacer

Y creo sin castigarme
sin convulsiones yo creo
por eso bebí este vaso
de fuego, de vos.




23 de octubre de 2014

Escorpio: En un rincón poco iluminado del cuarto

Todavía estoy sentado en mi cama. La fiebre ha mejorado un poco, así que puedo describirles lo que ocurrió. Hoy, cuando la noche recién comenzaba, cuando mi gripe estaba en su peor momento y la fiebre embriagaba mi conciencia, me encontraba mirando atentamente la pared. En cierto momento percibí la presencia de alguien por el rabillo del ojo, y al mirar bruscamente hacia ella, me sorprendí.

Nunca la había visto así en mi vida. Durante años estuvo allí cerca de mí, a mi alcance, a mi disposición, y nunca, nunca en mi vida había reparado en ella como en ese momento. Durante horas la contemplé, o mejor dicho, nos contemplamos. Dejé de atender mi tos, ya no me importaba sentir la cara hinchada por la alergia, y ni el dolor punzante en mi cabeza que oprimían mis pensamientos podían hacerme dejar de mirarla. Pasaba la noche y allí estaba yo, sentado en mi cama, temblando y observando cada detalle, cada expresión, cada sentimiento... Era algo increíble, yo estaba fascinado. ¿Pero cómo explicarles esa sensación sin que piensen que estoy enloqueciendo? Primero voy a describir lo que ella provocaba en mí: repulsión.

Su sonrisa gorda y juguetona saltaba a la vista todo el tiempo. Era una boca fea, como hinchada por tanto uso, y que pretendía ser provocativa y sensual, pero fracasaba abiertamente, además, el color de su cuerpo lo empeoraba todo.

Lo primero que resaltaba de su figura era ese color. Ese brillante y encendido rojo que hacia juego con su carnosa boca. Era un rojo ardiente y sensual que brillaba en mi pálido cuarto como un fuego venido del mismo infierno. Era un rojo muy provocativo por sí solo, pero en ella era horrible. Daba impresión verlo en un cuerpo tan feo y amorfo, tan chato y poco excitante. Al fin de cuentas no hacía más que resaltar esa imagen de deseo que ella sentía por mí, pero no al revés. Es decir, a esa altura de mi observación, yo creía firmemente que ella me deseaba, que me amaba tanto que necesitaba mostrármelo de esa manera. Y a mí en cambio, como ya he dicho, me repugnaba la imagen que veía. Yo nunca podría querer esa piel tan gruesa, y esa anchura general que tenía su apariencia.

Pero tampoco me gustaba esa actitud que mostraba, esa calentura que rozaba la perversión. Esta "cosa" tenía definitivamente la libido muy subida, y su bizarra fealdad me parecía cada vez más repugnante.

Pero sin embargo no podía sacarle los ojos de encima. Seguía fascinado.

Allí estaba ella, en el piso, en un rincón poco iluminado del cuarto, pero emanando esa energía poderosa sobre mí. Y ya no lo toleraba mas, me había hipnotizado, había caído en su trampa fatal. Sin siquiera decir nada, sin siquiera moverse, ella iba absorbiendo mi alma por los ojos. Minuto a minuto sentía su orgullo crecer y mi espíritu morir, sentía que perdía una batalla, que perdía la vida. Y sin embargo ella estaba ahí, quieta y en silencio, como siempre estuvo, mirándome. Y yo seguía en mi cama tosiendo y temblando, muriendo por dentro y por fuera, mirándola.

De golpe cerré los ojos. Mi mente nublada no daba a basto, la fiebre me había dejado atontado. Pensaba lenta y frágilmente que hacer. Luego de un buen rato tome una decisión.

Las frazadas pesaban veinte kilos cuando las corrí y mi cuerpo tembloroso apenas podía moverse, así que realmente me costó mucho salir de la cama. Estuve un momento parado soportando el mareo, y luego de varios segundos abrí los ojos. Me dirigí al rincón poco iluminado del cuarto, agarré la palangana roja y la saqué afuera, al patio.






17 de octubre de 2014

La estrella


Ella vuelca la jarra de aguas sagradas
sobre la tierra ajada e infértil.
La miro verterla acurrucado y salvaje
con ojos de ave deseando carroña.
Mientras el agua pura se deja caer
la bella mujer sonríe iluminada
muestra ante mis ojos sus divino sacrificio
alimenta la esperanza enseñándome a ver.

No quiero resistir, quiero soltar
estas cadenas de estúpida convención.
No quiero mirar, yo quiero ver
desnudas las almas, desnudo el corazón.
No quiero beber, quiero limpiar
con pureza cristalina el barro mundano
El puerto me espera, el barco se va
subamos ahora que aún hay tiempo.



























Pintura: Vito Campanella

9 de octubre de 2014

Escucha y espera

Soplo de polvo gris
seco, amargo, tentador.
Sangre sin papel
donde derramarse.

Profundos surcos
en la piel quemada.
Vieja sal de mar,
viejo marinero de sal.

Ese que te habla ahí
parado como siempre
tragando su seca fé
mientras cruje la madera.

Oye los mismos gritos
oye los mismos tambores
que te impulsaron a dar
algo rojo desde adentro.

Espera,
no espera más.





23 de septiembre de 2014

Libra: La conexión

... luego del temporal que hizo noche a los días todo parecía bombear adrenalina... todo... los motores de los autos... los postes de electricidad... las veredas rotas... y él... él esperaba...

... el mundo cambió... como si hubiese pasado por un túnel oscuro y ahora saliese henchido y deslumbrado hacia la luz refrescante...

... por la ventana él miraba a la calle... hacía días que miraba, sentado, oliendo las veredas ahora humeantes clamantes por el sol... sí... el hombre esperaba por el sol... y pensaba...

... pensaba... "si fuera ese árbol me desperezaría, si fuera ese pasto bailaría, si fuera esa hiedra correría... pero soy una piedra, una estatua que espera por el sol"...

... y pensaba... "si fuera un perro ladraría, si fuera un pájaro me bañaría, si fuera un niño saldría a jugar... pero soy una estatua, una estatua de piedra que espera por el sol"...

... y seguía pensando... "si fuera esta silla me desarmaría, si fuera el vidrio de esta ventana me astillaría en mil pedazos, si fuera esta pared me desplomaría al suelo feliz... pero soy una estatua de piedra que espera por el sol"...

... hasta que en cierto momento el sol asomó sus rayos y todos juntos, la ventana y la vereda y los motores y los árboles y los pastos y los perros y los niños y los postes de luz gritaron ¡Gracias! en su idioma y el hombre que estaba sentado se levantó y muy cansado estaba y como tenía tanto sueño, se fue a dormir...



















Pintura: Pierre Oeuvray

26 de agosto de 2014

...garantías

Ella está tan asá
que cruzo mi pierna derecha
sobre la izquierda inquieta

Ella está tan así
que me preocupo en los limones
de la fértil somnolencia

Me preocupo sin garantías
mirando sin garantías
fijamente la próxima meta

And I wonder...




23 de agosto de 2014

Virgo: La cajita

En el hospital, él levantó la mirada, y ella traspasó el vidrio de la ventana, y voló por entre grúas y altos edificios. Pasó por arriba de avenidas llenas de cuerdos y llegó a la costa.

Se detuvo allí observando el cielo, y entre pastos y lágrimas se dejó invadir por el pánico, el terror, el miedo de ser. Se dejó absorber por sensaciones de raíces profundas y no lo pudo evitar. No veía una forma de esquivar estos sentimientos tan hondos, pero realmente no quiso evitarlos. No, esta vez no escapó. 

Luego de un indefinido momento, guardó en sí misma esta imagen para no perderla, para que sea infinita, pero no se fue rápidamente del lugar; durante otro tiempo indefinido, la mirada permaneció allí, contemplando este tibio cielo otoñal, de nubes en forma de franjas rojas, altas, lejanas, solemnes y llenas de sangre. Nubes que se iban hacia alguna unidad original, mas allá del horizonte, lenta e inexorablemente...

Él cerró la cajita de madera, que sonó tenue y seca, la posó en su falda y acomodó sus sabanas, sin quitar los ojos de la ventana. Parpadeó, luego cerro los ojos, y ella recorrió el camino de vuelta, atravesó avenidas, edificios, grúas, traspasó la ventana de persianas blancas para finalmente posarse pesada, agobiada y aburridamente sobre las blancas sábanas de la cama de metal.





16 de agosto de 2014

Waiting in the ice

Where is it?
I can´t find...
No sense in my pocket
No sense in my bag

Clock's ticking
Itch in my head
A voice said to me
Stay cold in bed


I'll figure it out
I'll figure it out
I'll obey by now

I'm gonna trust in the waiting
I'm gonna trust in my heart 







15 de agosto de 2014

Deiwos





















Si, 

pero miro fijamente el embudo
agazapado bajo mi presa
veo gotear el tiempo lentamente
esperando con ojos apretados
llenos de sangre espesa

Alguna vez dije aquello
alguna vez lo entendí
ahora solo espero que caigan
diluidas mis palabras
diluidas sobre mi

Aquí están ellas
escondidas en cajones
escondidas de la luz
esperando fríamente el destino
de desconsolante eternidad

Sufre!, sufre!, sufre!
Quieren sufrir!
Nutre!, nutre!, nutre!
Quieren morir!

Mugre!, mugre!, mugre!
ya llega a su fin!
Asco!, asco!, asco!
de verme así.
Muerde, muerde, muerde!
Mi carne libre.

Mi diablo por fin quiere explotar,
si.






















22 de julio de 2014

Leo: El ñu

En una lejana llanura de la sabana africana, vivió un ñu llamado Ñatumbe, que tenía desde pequeño, la peculiaridad de ser un gran actor.

Un día, cuando las lluvias cesaron y la tierra comenzó su ritual incesante e infernal de agrietamiento; y el sol con su acalambrante poder comenzó a aplastar al mundo, el joven ñu, feliz y rebosante de alegría, bebía en un pequeño charco embarrado su ración matutina de agua. Junto a él, sus padres y sus hermanos, y sus primos y sus amigos, masticaban el poco pasto que había, llenando sus estómago mas de placer que de alimento.

Pasaron así las primeras horas de la madrugada, y cuando los escoltas más separados de la manada dieron la alarma, Ñat, el padre observó con calma los pastizales que los rodeaban unos metros más atrás. Olió a la leona desde allí, pero no dijo nada, y con un trote calmo acompañó a los demás. Luego se separó de la familia y quedó un poco rezagado. En ese momento saltaron a la ya feroz persecución, cinco leonas más, y elegidas las jóvenes y rezagadas presas, atacaron con todas sus fuerzas. Cuatro de los ñus lograron escapar de las garras felinas y la quinta leona, casi exhausta decidió cambiar de presa.

De esa manera los cinco jóvenes ñus se salvaron de la muerte, pero en cambio, Ñat que había quedado muy atrás, quedó envuelto en la final persecución de su vida. Luchó como ningún otro animal de su misma especie lo había hecho antes, tratando de patear con increíble energía a la leona, y de correr en zigzag en los momentos adecuados, pero, sin embargo un último manotazo lo hirió en las costillas y cambió el curso de la batalla. Al poco rato, la carne de Ñat era compartida con una familia de leones, y ya las hienas se arrimaban curiosas al próximo festín.

Luego de días y días, semanas y meses, años, décadas y vidas enteras. Cuando la vejez azotó a Ñatumbe, y asimiló la suerte que había tenido en sus largos años, supo que no quedaba mucho, supo que el fin y la negrura vendrían pronto, y que él cumpliría con el justo ciclo natural, y que alimentaría con su tierna carne a algún depredador acechante, y tal vez después a algún carroñero afortunado y persistente, para luego si, poder descansar bajo la polvorienta tierra. Y cuando actuaba frente a sus similares, y se movía febril entre la manada, haciendo creer a los demás que todavía estaba fuerte y sano como antes, e incluso cuando amistosamente se golpeaba de lleno contra algún joven miedoso, dando la sensación de que conservaba su poder intacto, él era consciente de su destino. Lo aceptaba y lo esperaba. Aun cuando siendo el líder de toda la manada, y siendo el más anciano de los ñus le correspondía el lugar más seguro en la formación, es decir, en el medio, él, tranquilo aguardaba el final.

Había visto morir tan heroicamente a sus padres primero, luego a sus hermanos y a tantos otros bajo las garras de los hambrientos felinos, que sabía lo que había que hacer cuando llegara el momento. Correr. Pero no por la vida propia, sino por la vida de los demás. Porque bien él sabía, que los demás mirarían de reojo en la huida, y lo que verían seria un espejo del futuro propio, verían el ímpetu instintivo y consiente de ganarle al destino. Verían a un héroe, que en su afán tantas veces imposible de ganar la carrera, lograba el triunfo. Porque habría dos posibilidades: o vivía, y demostraría una vez más su latente poder, o moría, y el sacrificio sería en nombre de toda la comunidad. 

Pero ese ímpetu seria una máscara, otra actuación del ñu, porque internamente sabía que no iba a vivir. Que su triunfo sería el sacrificio. Sin embargo él tendría que correr con toda la energía que sobrara en su anciano cuerpo, para así mostrarle a los demás, principalmente a los jóvenes, como se hace para no morir. Sería la escena final de su vida, y la más importante de todas.

Y así pasó.

Cuando la vieja leona, la que se llevo a su hermano años atrás, volvió a aparecer y la alarma sonó desde los costados, Ñatumbe trotó con calma. Y consciente dejó ir delante de sí al resto de la manada, se apartó y casi se ofreció a la cazadora. Vió morir a un joven compañero a su costado, porque ya eran tres las perseguidoras. La tercera leona fue entonces hacia él y serenamente el ñu se frenó. Calculó la distancia, y cuando el momento fue el correcto, pateó, y a lo primero creyó que era por deseo que veía eso, pero al girar su gran cuerpo lo corroboró. La leona estaba herida maullando en la tierra.
En ese momento se acercó la leona vieja, observó la situación y Ñatumbe aprovecho para escapar, pero estaba cansado. Las patas empezaron a temblar y la cazadora se dió cuenta. Con su último esfuerzo, porque ella también estaba cansada, corrió velozmente detrás del ñu. El viejo animal zigzagueó y logró sacar cierta ventaja, pero la leona herida estaba recuperada y corría también atrás de él. Con dos perseguidoras en su espalda, el ñu pensó que estaba perdido, así que se frenó.

Serenamente pensó en esperar el destino, pero recordó a su padre, recordó el coraje de aquel animal querido, y surgió de adentro suyo una inesperada energía. Ya no estaba actuando, quería vivir. Posó sus ojos en la leona sangrante y ella se detuvo presurosa. Aun le dolía el recuerdo de los minutos pasados, y la otra, la vieja fue derecho a su cadera. Ñatumbe levanto sus patas y le dio de lleno en la mandíbula. La vieja calló desmayada al suelo, pero la otra manoteando logró herirlo. Quiso correr, pero no pudo. Volvió a aparecer la leona joven por delante de él, y por detrás sintió el filoso hendir de los dientes de la leona vieja. Moviéndose tiro patadas para sacársela de encima, pero no pudo, ya tenía los cuatro colmillos de la otra leona en la garganta.

Las hienas reían a lo lejos y con el último vistazo antes de caer, logró ver a la manada de ñus, y en su imaginación distinguió a su hijo, Ñatimboro, y también vio su cara, y su gesto de horror e impotencia. Y le dolió el cuerpo de pensar en él. Cerró los ojos y murió.



16 de julio de 2014

Cantar bien

Canta la huella que lenta transita
por piedras de polvo en sol de destierro
Mira la mano bajar la bandeja
del loco viajero de lunas gastadas.

Si el pide tu alma a cambio de nata
refleja su lengua perdón de chasquearla
Y nunca te olvides de la melodía
que canta la huella que lenta transita:

"Que guíe la estrella y no la mentira
Que quíe a la tierra de tu fantasía
Que guíe la estrella y no la mentira
Que guíe a la tierra de nuestra alegría".

Pero sin embargo cuando te castigan
las fauces abiertas del perro de abajo
no dejes fatiga para postergar
tu eterno ladrido del fuego mayor.

Miralo crecer desde sus cenizas
minimas brasas de lava volcanica
hasta la locura frenetica y pura
del dolor agridulce que la vida te dá.

Por fin ese humo entra en tu vida
inspirando gaviotas en tu corazón
Gaviotas que cantan la vieja canción
Que canta la huella que lenta transita















21 de junio de 2014

Cáncer: Una babosa

Esa noche, una babosa arrastrando su cuerpo desde la mitad del dormitorio hacia la pared buscaba la forma de salir de ese lugar al que había llegado. O tal vez solo buscaba un poco de humedad para regodearse en ella. Lo cierto es que se chocó con un trozo vertical de madera y media hora después llegó a un lugar muy extraño. Nunca en su vida de babosa se había arrastrado en una superficie blanda y rugosa como esa, que además se movía.

En realidad no era más que la sábana de la cama de Juana, pero si fuera posible describir los sentimientos de ese animal, diríamos que estaba asustada y que quería volver al jardín, donde estaba húmedo y lleno de comida, y que era su hogar. Si el instinto de la criatura era salir de ahí, no lo sabemos, pero ya sea porque así se lo propuso, o debido a su tonta capacidad para escapar, ahora estaba en el lugar equivocado. Estaba en el borde de la almohada.

Desde allí probablemente sintió la presencia de Juana, ya sea su olor, su aliento o su pelo; y seguramente se dio cuenta que estaba en peligro y que debía escapar. Pero era tan lenta la pobre criatura, que quince minutos después estaba en el centro de la almohada.
En ese momento Juana resopló.

Ella estaba profundamente dormida, acurrucada contra el lado de la pared y sin aprovechar la almohada. No se movía hacía horas, pero de pronto involuntariamente se rascó una costilla, y al cambiar de sueño, cambió de posición dando vuelta su cuerpo como una tortilla. No se despertó, pero tuvo sueños felices en los que besaba a su amado en épocas lejanas y él le devolvía el beso pero en la mejilla, lamiéndola cariñosamente. Y así soñó largo rato, con esos recuerdos distorsionados por el tiempo y los somníferos.
Y mientras sonreía muy dormida, la babosa aun vivía, tratando de escapar de esa prisión tibia y pesada, que era la mejilla de Juana. Y aunque no lo logró, y murió en el intento, y sus fluidos ensuciaron la cama y la cara de Juana, y su cadáver fue arrojado a la basura sin ceremonias ni angustias; y aunque su recuerdo baboso solo vivió en Juana unos días, y luego la olvidó para siempre, y aunque se perdió en la niebla oscura y fría de la muerte y los recuerdos; yo sí, aún la recuerdo, aún la recuerdo y creo que mereció mejor suerte.





2 de junio de 2014

Gotas

Caigo lenta y plácidamente
Cierro los ojos en un rincón
Crece niebla en mi mente
Sueño oscuro y sin dolor

Agua fluye ahí afuera
Brisa suave y dulce olor
Algo flota en el aire
Me señala y allá voy


















21 de mayo de 2014

Géminis: Entrevista con la suerte

"Quiero empezar diciendo que tengo suerte de estar aquí y que está usted muy bonita... Bueno, le digo que soy afortunado porque estoy en donde quiero estar, es decir, aquí, ahora, frente a la posibilidad de lograr lo que quiero, de cumplir una meta, digamos. Yo considero que alguien con suerte es alguien que hace lo que quiere hacer… Estoy muy contento de estar aquí y poder contarle quien soy, quién es la persona detrás de esos papeles, porque creo que sobre mi educación y mis trabajos formales, suficiente hablan los papeles que tiene entre sus manos, que, serán evaluados por usted y esta empresa, pero, no puedo dejar de decir que estoy orgulloso de cada punto que allí está escrito, porque fueron metas logradas con sacrificio y perseverancia, y me parece importante remarcarlo. Pero, como le digo, no estoy aquí para hablar de lo mucho o poco que hay en mi curriculum, sino justamente de todo lo que allí no está… Antes que nada me gustaría decir de mí, que soy una persona madura, aunque me vea joven, siempre, desde niño, fui maduro, serio. Por eso empecé a trabajar a los 17 años y no he parado aún. Considero que si no trabajara me faltaría algo, como si no estuviera completo ¿me entiende? Lo mismo me pasa con aprender. Aprender para mi es algo, no importante, importantísimo, fundamental... No, no, no. Aprender para mi es algo igual de necesario, como es el trabajo, para completarme como persona… ¡No! ¡No! Aprender, es para mi... ehmm..."

Así retumbaban estas palabras en la cabeza de E. N, mientras caminaba lentamente hacia la sala pisando las baldosas blancas. Era común en él repasar sus líneas, como un actor antes de salir a escena (y cada vez que era necesario adornar la realidad), pero esta vez estaba más nervioso de lo habitual. Había tomado demasiado café, pero lo que realmente lo ponía tenso como una piedra, era la solemne mole tecnológica que lo rodeaba, el verse subiendo a la sala de reuniones, pisando esos peldaños de vidrio y tocando la fría e indiferente baranda de metal.

Aterrorizado, E. se dirigía a la entrevista de trabajo luego de haber pasado las pruebas escritas, y aunque creía estar seguro de querer trabajar en esa multinacional, en el fondo una sombra de dudas se agitaba. Cuando al fin llego a la sala lo hicieron esperar en unos bancos metálicos, junto a otras siluetas humanas que había allí en el costado. Puso la mente en blanco y esperó, pero la paz interior le duró poco y cuando finalmente lo llamaron, tenía tal embrollo de voces en la mente que no pudo emitir sonido. Lo hicieron pasar a una salita contigua, blanca y metálica, sintió frío. Luego lo hicieron sentar en una silla también de metal y vio a la mujer que lo iba a entrevistar. Era más hermosa, más fría y de mirada más dura que la que había imaginado. Su libreto se esfumó.

-Buenas tardes señor... E. N.

Intentó responder y no pudo. Estaba paralizado. Con un esfuerzo enorme volvió a abrir la boca y un silbido salió, parecía decir "Buenas". E. carraspeó y con el pulso acelerado, los ojos en el techo cada vez más húmedos largó:

-Tetetetetete... teteten... tetengo... su...su...su...suertete...

Luego, se quebró y lloró.

Este episodio puso fin a su vida elocuente y marcó el comienzo de sus problemas con la disfemia. Poco tiempo después ya no era conocido como E. N. sino como el tartamudo, y aunque nunca más quiso hablar del tema, le alegraba saber que nunca volvería a pisar las heladas baldosas de esa empresa, ni volvería a ver los ojos despiadados de aquella mujer, ni sentiría esa terrible vergüenza de ser; y es que tal vez realmente tuvo suerte.




20 de abril de 2014

Tauro: Big Charlie

Eran las cinco de la madrugada y Carlos se cebaba otro mate. Estaba sentado en el banco de siempre frente a la playa desierta, fumando un cigarrillo, esperando para entrar a trabajar. Tenía 22 años, era panadero y desde que trabajaba allí, repetía la misma rutina, fumar y tomarse unos mates sentado en la rambla, y luego si, empezaba a amasar. Ese día mientras metía la bandeja de masas en el horno se le ocurrió una idea. Estuvo emocionado y ansioso el resto de la jornada, y cuando regresó a su casa se puso a pensar un plan.

Un año después abrió su negocio propio, la idea empezó a funcionar de inmediato, y al poco tiempo los billetes llenaban sus bolsillos. Entusiasmado decidió hipotecar su casa, de manera que la inversión se multiplicó. A fin de año los ingresos fueron mucho mayores de lo imaginado, así que se compró un yate y un terreno en Punta del Este.

Carlos ya no era un empleado pobre que apenas podía llegar a fin de mes. En poco tiempo se había convertido en un hombre de negocios, manejaba cada vez mas plata y cada vez se hacía mas conocido en el mundo de los empresarios. Ahora su nombre y el de su idea aparecía en la radio, en la televisión y en los diarios. Producidos eslogans recorrían la ciudad, y hasta en la vecina orilla llegaba la fama de su empresa.

Con el tiempo y los años, su fortuna seguía aumentando a un ritmo insospechable, y parecía que su pequeño país no era suficiente para poder tocar sus limites. Así que decidió emigrar.

Diez años después, Carlos era el presidente de una multinacional con sede en Estados Unidos, tenía sucursales por toda Norteamérica, y también en Latinoamérica. Su capital era exageradamente inmenso y parecía que nunca terminaba de multiplicarse. Con el tiempo se propuso llevar sus productos a todo el mundo, lo cual parecía algo totalmente posible y
realizable. Por supuesto, lo logró, y su nombre era moneda corriente en todos los países del planeta, su cara era reconocida al instante por cualquier persona, y sus productos se consumían por millones.

"Big Charlie" como le decía la prensa internacional, se encontraba ahora a los 51 años, recostado en una silla playera, tomando sol en su estancia de California. Con su perfecto inglés le pidió una limonada a una sirvienta que pasaba y luego se tiró a la piscina. El agua fría le quitó el adormecimiento que el sol le había provocado, y sin proponérselo volvió a pensar en lo mismo de la noche anterior. Tampoco pudo evitar sentirse triste.

Se había casado años antes con una ex modelo, en parte como un juego y en parte para generar mas publicidad. Ya no sentían amor, si es que alguna vez lo habían sentido, pero eso no era importante para Carlos. Charlie la veía como un medio, igual que ella a él. No había rencores ni disputas, y habían sido felices de esa manera durante varios años.

Pero Carlos empezó a cambiar, y se empezó a fastidiar. Veía su cara por todos lados, en las revistas, en los diarios, hasta en las películas lo mencionaban. Las entrevistas casi diarias que tenía que soportar, los flashes de las cámaras siguiéndolo por todos lados, y la obesa mujer que ahora tenía al lado, hicieron que se agotara. Comenzó a preguntarse cuanto tiempo resistiría tanta publicidad. Sus quince minutos de fama ya habían seguido de largo y el se preguntaba hasta cuando.

Tiempo atrás había resuelto delegar su participación en el negocio, ya no cargaba con las grandes responsabilidades y ya no tomaba las decisiones. Se remitía a colaborar con los directivos y a utilizar, mientras podía, su gigantesca fortuna.
Un día, mientras fumaba un habano caro, mirando el cielo neoyorquino tuvo una idea, y al día siguiente, en su edificio en París, elaboro su plan. Tendría que simular su muerte y cambiar de identidad, pero antes hacer un giro de dinero hacia un banco local uruguayo.

Comparado con la idea inicial de su negocio, esto parecía un emprendimiento fácil, pero sin embargo no lo era. Crear una persona legal y matar a otra era mucho mas engorroso de lo hubo imaginado, y luego de investigar el tema a fondo lo rechazo. No era una idea realista.

Frustrado, tomó un avión a Brasil con una nueva idea. Apenas bajó, se dirigió hacia un banco y sacó varios miles de dólares, lo guardó en un maletín y se compró un auto. Condujo en la noche hacia Rivera y caminando por el campo evito a la zona fronteriza, una vez en suelo uruguayo y por medio de un autobús, llego a Montevideo.

Tenia 55 años, un maletín lleno de dinero, termo y mate que había comprado por el camino, y la cara reconstruida por un cirujano brasileño al que le pago muchos dólares para que se mantuviera callado. Era un viejo más en una ciudad de viejos, y nadie sospechaba que seria él, al que estarían buscando con tanto esfuerzo en todo el mundo, el centro de atención en los noticieros de todo el planeta. Solamente era un hombre que bajaba de un ómnibus con un maletín viejo y una camisa barata, disfrutando de un mate recién preparado.

No era nadie, no tenia documentos, ni familiares ni ninguna otra cosa. Estaba solo, exactamente como él quería estar en ese momento. Y ahora solo quedaban dos cosas por hacer, pasar por la panadería y comprar bizcochos, y luego sentarse a fumar y tomar mate en la rambla. Nada podía salir mal, presentía su felicidad al pasar por esa vereda, sentir el olor del salitre, sostener el humo en sus pulmones y mirar la anchura de la bahía... estaba en casa de nuevo.

En ese momento la ciudad oscurecía bajo la sombra de los edificios, y él se dirigía caminando hacia la dichosa rambla, pero algo estaba mal. Sintió un filo en el brazo, se dio vuelta, y en ese segundo por el otro lado salía corriendo un niño chico con una navaja en una mano y el maletín de Carlos en la otra.


... 

 














4 de abril de 2014

Salando heridas

Me dejas en blanco, me dijo,
me dejas en espera,
apagándome lentamente.

Le digo que me dijo de rebote,
un loco de esos de remate,
que sale las heridas,
y que orgulloso de hacerlo
prenda un fósforo
e incendie nuestra mente.

Enfriandote en la cama
lentamente, lentamente
con tus propias mentiras.
con mis propias mentiras.
Destilando vidas viejas,
me rehuso a morir,
tan despacio, nuevamente.



 




20 de marzo de 2014

Aries: Negra y blanca

Cuando era niño quería ser carpintero, pero el paso del tiempo me mostró que en mí residía un potencial pirómano, por lo que fui dejando de lado la idea.
Siendo joven, decidí estudiar Veterinaria, convencido totalmente de mi vocación, pero ocurrió que murió Jacinta.

Cuando murió trate de no sentir dolor, y lo logré, pero empecé a soñar con ella. Todos los días tenía sueños, que cada vez eran mas alucinantes.
Una noche en uno de ellos me habló, parada sobre sobre sus dos patas traseras y en perfecto español me dijo que escribiera. Cometió el error de invitarme a escribir y yo cometí el error de hacerle caso a mi perra.

Al principio me fue fácil, las letras se multiplicaban, desahogándome. Con el tiempo fui desarrollándome en el arte de de la catarsis escrita y decidí dedicarme a ello. Dejé a los animales de lado y me dediqué a escribir. ¡Qué iluso! ¡Quería ser poeta!
Pasaron los años y montones de papeles empezaron a rodearme. Orgulloso los veía, creyendo que allí había belleza, belleza de la más oscura. Supe que tenían valor, supe que sería reconocido.
Pero ardieron.

Los impulsos me dominan, los hechos se dan, y luego, detrás van mis pensamientos persiguiendo el control; y es que la mayor parte del tiempo, simplemente me rindo, y soy un soldado de la circunstancia.

Aquel día sentí desprecio por algo que había escrito. No satisfecho con romper la hoja, sentí deseos de quemar los restos. Cuando se apagó el pequeño fuego, ya había decidido hacer una limpieza de mis escritos. Empecé a juntar papeles y cuando inicie la fogata sentía una adrenalina feroz, un vértigo que no se detuvo. Montones enteros empujé a las llamas, frenéticamente.
Pronto perdí el total control y la casa ardió junto a mi deseo de ser artista.

Logré salir vivo, y sí, vi el maldito humo. ¡Y sí! Vi al maldito, sacando fotos a los espirales de humo, a la forma que se veía, tan familiar para mi. Y sí, también vi la foto en una revista bajo el título de "Fotógrafo del año", una revista de arte.
Y sí, la forma era igual a Jacinta.

Aún no he logrado recomponerme del incendio, pero pronto voy a ser chef. y me dedicaré a lo que realmente quiero, cocinar.


4 de marzo de 2014

Un océano perdido en un vaso de agua.

El mar está revuelto, y en la gris mañana,
un solo barco se atreve a cruzar la confusión.
Lento avanza entre ballenas frustradamente suicidas,
entre pulpos de mil brazos y ojos perdidos,
entre sirenas que alienadas, se chocan entre sí,
y muchos perros marinos que ladran y no muerden.

Lento avanza el barco, surcando oleadas marrones,
de chocolate y mierda, que mezcladas van y vienen,
de costas lejanas, perdidas, sin retorno,
a otras costas, perdidas y ajenas.
Las blancas velas del barco buscan aire que no encuentran,
y solo dejan una opción: tendrán que remar.

Y han de creer en la pequeñez del asunto,
para no caer en la locura y perder el rumbo.
Han de creer que no existe ni la verdad, ni la mentira.
Solo existe la ilusión y ese barco que tripulan.
Han de remar y remar, porque solo hay un camino
y porque la pólvora aún está seca.