Refinadamente paseó su nariz
disfrazado de pueblo, el Rey.
Tapó su brillante corona
con una boina barata.
Todos van y vienen, todo va y viene
excepto él, que en su cima está solo.
Por eso voló bajo esa vez,
pero encontró un flechazo mortal.
Envenenado de envidia, el arquero apuntó
al orgullo mas alto, a la dignidad de ser,
y la nariz mas refinada se hundió en el barro.
Y así murió perdido
entre manos ajenas y sucias
bañado en lagrimas falsas
tirado en un cajón de pino
y olvidado como un disfraz
usado y tirado en un rincón.
Escucho.
Pero no oigo nada.
Contra el paredón,
de cara, espero.
Espero.
Pero no me esperan.
Esta noche el silencio,
es ajeno.
Me roban.
Pero nada me queda.
El tiempo se ha llevado
mi tiempo.
Es hora.
Pero no escucho el disparo.
El tiro del final
no va a salir.
Dudo de mi existencia.
Pero existo porque dudo.
¿Y?
Quiso mirarse, nadie entiende nada.
El espejo estaba roto, nadie entiende nada.
Quiso escribir, nadie entiende nada.
No encontró papel, nadie entiende nada.
No hizo nada en todo el día, nadie entiende nada.
Hasta que tuvo que hacer, nadie entiende nada.
No tenía alternativa, nadie entiende nada.
No pudo elegir, nadie entiende nada.
La verruga volvió a crecer y a reventar, nadie entiende nada.
Pero no ladró, solo hizo, nadie entiende nada.
Puso música, una canción, nadie entiende nada.
Repetida, repetida, repetida, nadie entiende nada.
Su ladrido fue escribir, nadie entiende nada.
Rayó todas las paredes, nadie entiende nada.
Cada espacio de las cuatro, nadie entiende nada.
Escribió la misma frase, nadie entiende nada.
Tres palabras repetidas en toda la habitación, nadie entiende nada.
Contempló su obra estoico, nadie entiende nada.
Miró su casa orgulloso, nadie entiende nada.
Y en su fascinación vio el reflejo, nadie entiende nada.
Era su reflejo distorsionado en la ventana, nadie entiende nada.
Distorsionado por la luz y la mente, nadie entiende nada.
Era perfectamente igual a como quería verse, nadie entiende nada.
Mirando su imagen distorsionada pensaba, nadie entiende nada.
Nadie entiende nada, pensó, nadie entiende nada.
Caen las banderas en la tierra ensangrentada.
Donde luchan los que creen, donde mueren los que matan.
¡Destruyan esos símbolos del Dios que nos invade!
¡Destruyan Su poder o que el nuestro nos castigue!
¡Que la lucha no decaiga! Gritó el Rey también.
Con la mano en su bolsillo con oro ensangrentado.
Para luego perfumarse con el néctar de los muertos.
Vistiendo pieles fieles e infieles por igual.
¿Y si la fe es fabricada, minuciosa y detallada
por las mentes mas comunes, por las mentes desalmadas?
¿Y si todos los que mueren en la tierra ensangrentada
al soltar esas banderas, sueñan juntos en la nada?
Yo escucho los estruendos lejanos en la noche.
Ecos de las voces desgarradas por la guerra.
Vienen imparables, a sonar en mi garganta.
Sin temor y sin piedad a tronar ellas vienen.
Y no duermen ya mis ojos esperando tensamente
Las bombas sobre el techo de esta casa sin fervor.
Esperando los segundos, apretado en mi garganta
solo quiero cura o muerte, o la mezcla de las dos.
Son las mismas cadenas
es el mismo pedestal
es el mismo botín
para los mismos piratas.
Afilo despacio mi espada
lento como condena
para morir peleando
otra vez y otra vez.
Claro que sé qué me espera
otra cama de clavos
otra tortura militar
es tristeza lo que siento al afilar.
Pero me empuja la fuerza
de soles invisibles
que escondidos dentro de mi
me llevan a la guerra.
Así que afino mi guitarra
de fiel legionario
y por la misma guerra
me decido a morir.
El asco es personal
mierda y oro posan bien
cambian roles al instante
de cliente y prostituta.
El asco es subjetivo.
Vomitándome a mi mismo
me busco una vez más.
Soy la bilis mas viscosa
saboreándome al espejo
como a un rancio caramelo.
Allí te veo, allí te vi
siempre rojo, siempre feo
nunca libre, nunca fijo
siempre cambia, nunca es.
Esa masa paranoica
que se ablanda y pegotea
eternamente cruda
es tan mía como tuya
es tan mía como ajena.
Cuando llegue a entenderlo
cuando sepa donde está
desde el fondo del océano
hasta el hielo de Plutón
retumbará infinito
el orgasmo de mi ascenso.
No mucho.
Quejas no hay.
Ni un grito.
Y eso que me fijé bien.
Claro que es raro.
Sería raro que no lo fuera.
Lo raro de lo raro
es que no está vacío.
¿Me estoy quedando sordo?
No, no esta vez.
No podría, es imposible.
Y ahora algo huele mal.
Dejadez culposa
anulada por la acción.
Empata el partido.
Eterno tenis.
Saludemos el empate.
Dame esa mano sudada.
Empaca tus cosas.
Nos vamos a Boston.
Toma uno.
Cae desde alto.
Tan alto que el suelo es lejano.
Toma dos.
El árbol se astilla y cae.
Produce ecos a distancias lejanas.
Que escucha aquel que pone la oreja en el pecho.
Y solo aquel que conoce cada nota de la canción.
Toma tres.
Para despertar dormido.
Abriendo los ojos bajo el agua nocturna.
Iluminado pobremente con su propia luz, y nada.
Nada en dirección contraria a la que creía estar nadando hasta ese momento, acepta su visión perfecta en negativo, para corregir luego su errado camino hacia el final, y nacer.
Toma cuatro.
Aire respira y afuera se siente mejor.
Si, aún mejor en su "por fin".
Toma cinco.
Camina torpemente, casi ciego.
Choca contra un cristal.
Toma seis.
...y escribe esto.
There is no justice.
Just go.
There is no true.
Just go.
There is no coherence.
Just go.
There is no perfection.
Just go.
There is no sure thing.
Just go.
There is no chance
But just go.
Keep going.
You always have yourself to care
Your debt's with your conscience.
And facts are the only paying.
So just go.
Just go.
