22 de octubre de 2016

El tatuaje

No soy. Existo como una forma abstracta, un conjunto de sensaciones, no tengo forma material pero estoy en tu mente.

No soy, pero me conocés como ese dolor asfixiante, ese desarraigo carcelario, esa mordaza maldita que te saca el aliento, la vida.

No soy, aún no soy, pero estoy en una cárcel invisible, que no ha sido dibujada, pero existe. Querés liberarte de mí, soy un peso muerto en tu conciencia.

Todavía no soy, aunque algo esta cambiando. Ya empiezo a ver unas finas lineas ante mi, se dibujan como barrotes de una pequeña jaula de pájaros.

Tiene suaves curvas y delicados puntos aquí y allá, es una jaula ornamental, es la prisión en la que habito desde hace tanto, invisible, y ahora se está manifestando en la realidad.

No soy, existo, como hace tanto, en la jaula que siempre estuvo, siempre me tuvo acorralado, prisionero, pero ahora no solo se está transformando en una forma material: la puerta de la jaula se está dibujando abierta.

Empiezo a ser. Y soy un pájaro, de una raza extraña, una mezcla de ave del paraíso, golondrina y ave fénix. Tomo forma, empiezo a tomar conciencia de mí mismo. Estoy volando.

Soy un pájaro y vuelo, vuelo fuera de la jaula, estoy volando. Ahora sé lo que soy, soy un dibujo.

Soy un dibujo en una piel, soy un tatuaje, soy un símbolo de que ya no existo más. Y sin embargo viviré, mientras viva esta piel que ahora toco, seré libre, seré símbolo de que ya no existo más.