21 de junio de 2015

Después del golpe, nuevas cosas

Antes de llegar a la adultez sufrió uno de esos golpes que la vida tiene preparados desde nuestro nacimiento. No viene al caso lo que provocó el golpe, sino las consecuencias. En efecto, la metamorfosis que lo llevó a transformar su mente adolescente en la de un hombre grande, comenzó el día en que acurrucado en su cama, tapado con todas sus frazadas sintió un profundo dolor. 

Una puñalada constante en el pecho, una implosión catastrófica desatándose en su interior era lo que sintió, aquella, la noche mas larga que había tenido.

Con el corazón y la mente desarmada miró hacia un costado. La habitación reflejaba su estado, botellas con nombres raros tiradas en el piso, papeles y ropa arrojados por todos lados, que junto al olor a encierro y los grafitis rocanroleros que había hecho tiempo atrás, conformaban un escenario dantesco. Allí, próxima a la puerta estaban las latas de pintura en aerosol. Con ellas había adornado muchas esquinas, muros y paredes, había dejado frases en lugares estratégicos, y ahora, esas latas eran su salvación, como siempre habían sido.

Luego miró hacia adentro y vio que brotaba de entre enredadas raíces negras, un haz de luz. Era la fe y la esperanza. 

Supo que allí, en ese momento, en ese lugar, había un final, y que después de todo desenlace, vendría un nuevo comienzo. Así que decidió dejar salir al monstruo. Esa noche, la más larga que había tenido, salió, a pesar del terrible frío de la calle y se dirigió al cementerio. En el muro que daba hacia la avenida grafiteó lo siguiente: 'COMIENZO Y FINAL: SOLSTICIO DE INVIERNO DE 1973' y más abajo 'TODO ESTÁ PERDONADO'.

Con lagrimas en los ojos contempló las letras, el sol estaba saliendo. Ese 21 de junio su carga se alivió y quedó espacio para nuevas cosas.



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