3 de julio de 2015

Impotencia

¿Como describir lo que siento? ¿Como hacerle entender a alguien lo que pasa por mi cabeza?. Creo que con palabras como dolor, angustia, rabia e impotencia debería bastar. Pero no alcanza. Tampoco es que resuelva el problema diciendo que siento un poco de cada cosa, o todo junto a la vez, porque no es así. Yo no soy escritor, nunca se me había pasado por la cabeza escribir, pero en este instante es mi único deseo, para poder desalojar el monstruo que guardo dentro, el monstruo que no se describir. Necesito sacarlo fuera y así esperar la muerte preparado.

Si tan solo pudiera escribir...

Tal vez la mejor manera seria contando lo que me pasó, o lo que creo que me pasó. Para empezar debería decir que siempre fui un niño con suerte. Desde pequeño todo parecía ser feliz, mis padres me daban todo lo que yo quería encaprichadamente y siempre pedía mas. Era el típico hijo único de familia acomodada, caprichoso y egoísta, el que se burlaba del feo, el que salía con la chica mas linda. Nunca creí que ser modesto era lo correcto, por eso creo que es justo decir que era lindo y que por eso tenía a la chica que quería. O tal vez era mi dinero lo que las llamaba, quizás las dos cosas. También tenía muchos amigos, supongo que tenía facilidad para hacerlos reír, el caso es que era el centro de atención en el grupo de amigos en que estuviera. Eso, por supuesto, hizo crecer mi ego y mi arrogancia.

Con el tiempo me di cuenta que estaba mal molestar a alguien porque fuera mas tonto, mas feo o mas gordo que yo, pero no pude evitar seguir haciéndolo, porque necesitaba de la atención de los demás, se había convertido en una droga para mi. Algo que no controlaba, y algo que me hacia sentir bien. Necesitaba el poder de la aceptación, y ahora me avergüenzo al admitirlo.

Igual en este momento no importa. Porque lo que marcó mi vida, lo que me puso en la situación en la que estoy hoy, fue una circunstancia casual. En otras palabras, tuve mala suerte. Es como si para compensar toda mi fortuna algo malo y desgraciado tuviera que pasar. Hoy, todavía, trato de recordar como fue que ocurrió, trato de revivir los detalles de ese día, y de esa escena sangrienta, pero en vez de encontrar alivio y paciencia para seguir, siento como si rascara con mis uñas una herida abierta, que en vez de sanar, se agiganta más y más. De todas maneras me voy a esforzar y describiré ese día tal como lo recuerdo, aunque eso me fastidie aún más por ser tan injusto y por dejarme tan impotente ahora.

Aquella mañana desperté desorientado, abrí los ojos, levante la cabeza, me incliné hacia el costado de la cama y vomité. Incluso después de terminar me sentía horrible, parecía que mi cerebro y mi estómago fueran a explotar. Era una de las peores resacas que recordaba. Estaba completamente exhausto y confundido, así que me giré para seguir durmiendo y entonces la vi. Era la vecina de enfrente, y no logré recordar nada de lo que había pasado la noche anterior. No entendía porque estaba desnudo durmiendo con una mujer que me doblaba en edad.

Asqueado y aún más confuso que al despertar, traté de salir de la cama sin que ella se despertara, pero tuve nauseas y tropecé. Caí sobre un espejo enorme que se partió en mil pedazos y me abrió la piel arriba del codo. En ese momento descubrí que esa zona del cuerpo sangra mucho, que no estaba en mi casa, que tendría que pagar un espejo carísimo, que se despertaría la fea mujer y que tendría que explicarle que todo había sido un error. Me senté en el piso chorreando sangre, abrumado por la realidad que se había agolpado en mi cabeza, y aunque me avergüenza decirlo, no pude evitar orinarme encima. Recién en ese instante me sentí un poco mejor, más consiente. Levanté la vista y sin pretenderlo mire la hora, tendría que haber entrado a trabajar hacía dos horas. Luego miré la cara ojerosa de la vecina y comprendí que ese iba ser un mal día. Lo que no sabia es que iba ser el peor de todos.

Media hora después salía de la casa con mucho dolor de cabeza, el brazo vendado pero aún sangrando y el ojo hinchándose por el puñetazo que me pegó la mujer. Decidí irme directamente a trabajar, iba a tener que soportar las bromas de los compañeros que me odiaban y eso me enfureció más. Es que no estaba acostumbrado a tener que soportar tantos problemas juntos, ya era demasiado lo que me había sucedido. ¿Que más me podía pasar en un solo día? Me acuerdo que iba pensando eso mientras cruzaba las calles apurado.

A partir de este punto mis recuerdos se vuelven intermitentes. Hay cosas que vagamente recuerdo, otras con más detalles. El sol.., si el sol me estaba sofocando, no había sombra por ningún lado, yo traspiraba y sentía mi hedor, pero ¿porque estaba caminando?... yo iba siempre en ómnibus al trabajo.. no recuerdo bien eso. ¿O si?, me acuerdo que antes estaba en la parada, y un viejo que pasaba me dijo altanero que ese día no había transporte, que había huelga. Después me siguió hablando, discutía conmigo sobre lo mal informada que estaba la juventud, y me gritaba mientras yo empezaba a alejarme... ¡Qué enojado estaba yo en ese momento! Seguí caminando pero pisé una baldosa floja y mi tobillo se torció. Ahora iba rengueando, sangrando y transpirando por el sol que me daba de frente... Trataba de apurarme por lo que no vi la luz roja... solo miré a la izquierda para cruzar pero era tarde... ahora puedo recordar la cara del chofer del ómnibus, que seguramente venia Expreso por el paro... Me miró haciendo un gesto estúpido, como entreabriendo la boca...

Después de eso solo recuerdo 3 sensaciones, nada mas. La bocina retumbando estridentemente en mis oídos, como un zumbido que crece de golpe. Los pinchazos profundos en las costillas y en las piernas, junto al crujir de mis huesos. Y como una picazón en la cabeza, provocada por el rebote que dio contra el metal del vehículo y el asfalto.

No sentí el dolor por mucho tiempo y después vino la negrura que todavía me rodea. Fueron dos segundos y me duele recordarlos aun hoy. Tal vez pasaron años del accidente, en realidad se me hace imposible recordar cuanto tiempo hace que estoy así, porque el golpe en la cabeza me dejó parapléjico. No puedo sentir nada, estoy ciego y sordo, soy incapaz de moverme y perdí el sentido del tacto. Estaré confinado en mi mente hasta el día en que muera, si es que todavía estoy vivo. En todo caso no es algo que pueda controlar.

Creo que decirme a mi mismo todo esto debería desahogarme, debería ser un alivio. Pero no lo es. Trato de imaginar donde está mi cuerpo, pero es algo inútil, no me provoca satisfacción imaginarme en este estado, así que prefiero imaginar otras cosas. Por ejemplo imagino que escribo sobre lo que me pasó, que la gente me escucha y que yo me siento mejor. Pero no es así. Sigo estando en la misma oscuridad de siempre, sintiendo lo mismo, y todavía no se describirlo. ¿Acaso bastara dolor, angustia, rabia e impotencia?




No hay comentarios.:

Publicar un comentario