13 de julio de 2015

Un lunes como hoy, a esta hora, el tiempo se congeló.

"¿Por dónde empezar? No. Sin mi espacio no sos nada.

Por donde yo quiera, eso es lo que me diría habitualmente. Vive cada segundo como si fuera el último, porque realmente puede serlo. Si, eso ya lo aprendí bien. Fantasía. Corre lo mas rápido que puedas.

¿Pero qué es lo que quiero? Carroña. No podrás abarcarla.

Una voz me dice que ordene mis pensamientos, otra me dice que cuente mi historia desde el comienzo, y otra me dice que estoy perdiendo el tiempo. Luz. Luz. Luz. Luz. Luz. Luz. Luz. Luz.

Aquí estoy al borde de un barranco, sentado, fumando un Marlboro Light, contemplando un mar congelado. Solo escucho el ensordecedor silencio, como un pitido constante, que ya no molesta y que solo oigo al esforzarme. Fuego. Mis huesos arderán poderosamente.

No estoy loco, no. ¡Por suerte no! Soy yo, todavía. He ganado y tengo bajo control a mis otras voces. Aprendí a no soltarlas, a dejar que se expresen a través de mi. No son libres, excepto cuando yo quiero que lo sean. En aire. Lo que llamas alas yo llamo canto.

Aunque sí; es verdad, se sueltan solas por momentos, y es por ellas que disfruto caminar desnudo por las avenidas, frotándome contra lo que se me antoje, y me divierto prendiendo fogatas con billetes y muebles caros... por decir cosas que hice hace un rato. Me llama. Voy a ti, sin parar, sin pensar.

Pero hoy no me pueden ayudar. Hoy soy yo el que debe definir su futuro. Tal vez esta evidencia no debería caer en manos de cualquiera, de hecho sé que lo mejor es que nadie sepa qué fue lo que ocurrió. Suponiendo que en algún momento todo vuelva a la normalidad. Cosa que no es segura, nada segura. Pero como siento esta necesidad de contarlo, aunque sea para mi mismo, lo voy a hacer. Voy a contar lo que he hecho desde un comenzó. Voz. Soy yo.

Comenzando por un lunes como hoy, a esta hora, cuando todo se congeló. Literalmente todo, excepto yo. Viene. Unidad al fin. Diablo libre."



Encontré este texto escrito en dos hojas amarillentas y deterioradas, en una gruta cercana a Villa Victoria, Uruguay, el 10 de mayo de 1988.

Allí había restos de mas papeles que parecían quemados o destruidos por el paso del tiempo. Los únicos legibles eran estos dos, que aún conservo conmigo.

Lo expongo hoy, ya no como "evidencia", sino como cuento de ficción, dado que nadie creyó mis palabras en aquel entonces, y he asumido que nadie las creerá. También me limito a no exponer mi teoría -que creo acertada- en la que el causante del desastre de 1944, no fue realizado mas que por una persona.


          F.B.O.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario