20 de diciembre de 2015

Winds of changes (Vientos de cambio)

El sueño transcurrió de la siguiente manera. 

En todo momento era de noche. Yo me encontraba en Londres o en algún punto de Inglaterra, tenía mas edad de la que tengo actualmente. Me sentía mayor, más maduro, con mas años vividos en mis hombros, pero no era viejo, no me sentía con la salud deteriorada, por el contrario, diría que estaba en el mejor momento de madurez, en el verano de mi vida. Así se sentía por dentro. Sin embargo estaba en un lugar frío y lejano, en todos los sentidos posibles. Tenía la mente cargada de temas prácticos, de cosas que hacer, de fechas, nombres que no eran relevantes. Estaba absorbido por la vorágine diaria.

En una primera instancia estaba estacionando mi auto rojo en la banquína de una ruta en las afueras de esa ciudad, en una ruta desierta, en plena noche. No tenía ningún motivo para bajar del auto pero lo hice, como presintiendo que iba a ocurrir algo importante en el ambiente. De golpe empezó a soplar viento, era como un tsunami de aire. Viento poderoso que empezó a volar todo lo que había alrededor, carteles, columnas, casas que estaban desocupadas, basura, todo volaba. Mi auto voló destrozándose contra otros objetos a lo lejos, lo perdí de vista mientras me aferraba con toda mi fuerza a un cartel de STOP que se mantenía firme. Era imposible que lo hiciera, no es coherente, pero es un sueño, y en este sueño específicamente, representa mi resistencia al cambio, mi energía conservadora, que no se deja llevar por la circunstancia a causa del miedo a lo desconocido.

Aferrado al cartel, veía como todo era arrasado a mi alrededor, nada quedaba en pié. Ruinas, basura, objetos indefinidos volando, y lo único que sobrevivía era yo y mi poste. Con mis pies levantados del suelo, volando al aire, agarrado con mis manos que se cansaban, me resistía con instinto de supervivencia, con adrenalina, con rabia.

No aguanté mas y me solté, el cambio me ganó la pulseada.

En una segunda instancia, como si hubiese pasado un par de horas, me encontraba caminando por el centro de la ciudad, observando el desastre que se había provocado. El viento había parado. Me sentía tranquilo, con esa sensación post-eufórica de liviandad, y en este estado me comunicaba a la distancia con personas cercanas a mi, personas que no estaban presente físicamente, pero que parecía que me hablaban desde muy cerca. Parecía telepatía. Les decía que se queden tranquilos, que yo estaba bien, que el auto no era importante y que iba a buscar un lugar donde descansar. Mientras tanto, caminaba por un camino costanero al río de la ciudad, mirando los escombros flotando, yéndose lejos, y la luna mirando llena entre las nubes.

Me desperté sintiéndome bien y lo recuerdo como un buen sueño. 




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