8 de marzo de 2015

En el borde de la cama

El tintineo volvía a despertarme, la alarma sonaba y otro día de pesada rutina me esperaba. Abrí los ojos y me sobresalte. Sentado en el borde de la cama, con su gorro verde, zapatos en punta y una larga barba blanca había un pequeño duende que me miraba muy seriamente.

Me incorporé con el corazón latiendo terriblemente y vi con terror y asombro como el pequeño duende estiraba lentamente la mano ofreciéndome su puño cerrado. Era evidente que quería darme algo y por unos segundos no supe si sentir miedo o curiosidad, pero algo ocurrió que no pude controlar; estiré la mano abierta hacia él y el duende dejo caer algo entre mis dedos. Aterrorizado y asombrado por lo que había hecho, vi como en un instante el duendecillo saltó hacia el piso y corrió hacia la puerta.

En la mano tenía un papelito arrugado que decía solamente "Ven", salí de la cama y lo seguí. Ese día no fue gris, ni blanco, o negro; fue verde.




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