10 de agosto de 2015

El que se va y el que vino

Escucho el crujido de la madera del portón
viene a mi el que vaga en la oscura noche.
Crepitan las hojas a su alrededor
con la brisa de las doce.

Respiro con cuidado, escondido en un rincón.
Cada sombra, cada gota de sudor,
cada eco de las botas que se acercan
retumbando en mi interior.

Saboreo amargamente los puñetazos de mi pecho
y dudo de mi existencia, cordura maniatada
del aire que respiro, de la vida que se va
y del que ahora vino.

Chirriando lentamente la ventana se abrió
la brisa fría llegó a mi soledad.
Cuando el tiempo congelado lastimó
dejé caer mis brazos, acepté mi destino.




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